A más de 3750 metros sobre el nivel del mar, refugiado en un hospitalario rincón de esta –aquella- casa donde di los primeros pasos, de caídas, de cicatrices, de lluvia y trueno, de tardes calurosas golpeando la pelota y noches apaleadas por el silbido enérgico del viento previo a torrenciales precipitaciones. Recostado en el catre, que engrosa el batallón de camas de una habitación para diez personas, nacen las palabras que confluyen en el intento por hacer notar el sentimiento de pertenencia que este ser –mi ser- siente por este –aquel- lugar entrañable, apacible y recientemente olvidado, ese mismo esmero es el que espera denotar las líneas siguientes, las que serán propiciadas por dejar correr el Viera parte tercera.
La pantomima de los últimos tiempos se prolifero, tanto en mis días, en mis ojos y mis oídos, el dejarse llevar por la corriente se convirtió en filosofía de vida, la resignación paso a ser medicina diaria. Aquella inquietud de rebelión, de inconformidad por los preceptos que de niño eran defendidos se convirtieron en el difunto idealista, uno que fácilmente podría incluirse dentro del reparte de zombies de alguna serie de tv. Un insignificante engranaje dentro de esta gran maquinaria, que manufactura intereses, imágenes, estereotipos y por su puesto música.
Quienes podrán ser salvos, y no lo digo con el son religioso, pero quienes podrán ser salvos, quienes son los que defienden sus intenciones hasta que se conviertan en acciones. Recuerdo haber escuchado de los Emya, gracias a su guitarrista, no recuerdo año exacto, pero fueron los iniciales con Just Be Fashion, Algún Día, Hecho de Consecuencias y más, desde entonces la sinceridad de todo lo que elaboran se muestra a borbotones. Ahora quienes serán salvos, -pues me respondo- los Emya. Estos muchachos no se rinden ante el gran monstruo de mercadotecnia y nos entregan la tercera parte del Viera, un conjunto que conglomera muchas etiquetas, pero sigue batallando con la misma sinceridad desde los primeros materiales.
A veces es intrincado el porqué de las cosas, o las tantas opciones que se presentan y los tantos “hubiera” que llegan después de alguna decisión, "Fabricantes de Tiendas" y sus cuatro hermanas pueden ser complejas en liricas, tanto como la vida misma, pero he ahí lo bello, cada parafraseo puede ser tuyo –mío- cada línea puede ser un contendor de interminables ideas, cada grito puede ser el golpe certero a la esperpento actualidad, llamado sociedad.
La contemporaneidad se encarga de otorgar los nuevos rumbos a las mentes, mi mente también por momentos es un vaso vacío, flanqueado por innumerables ofertas, pero que hay si eres consciente del espacio en blanco, se puede volver a edificar un yo, dispongo de "Inviertan Las Cruces" y "Necesita Confesar su Miedo a la Muerte" para pretenderme reflexivo, decidido, condescendiente con mis frustraciones y apacible para mis momentos de desesperación, de locura. “Puedo Morirme Hoy”
La desazón de saberme un ser corrupto, como todos nosotros, no evita que cuestione “tenemos una pisca de inocencia al nacer y esta se fue corrompiendo según se iba disque instruyendo”, esta misma conjetura me aborda al observar a niños aprendiendo a caminar, al internarme en lugares solitarios, al trepar escarpadas colinas, al ver sonrisas producto de cosas más ínfimas –no un iphone- Acaso el ser que según dicen se encuentra en la escala más alta de la evolución es feliz dependiendo de artilugios y adornos. “Ellos logran hacerte creer que las propiedades son importantes” es lo que reza "Alumine" y me recuerda a los más jóvenes de mi familia, aquellos que aun crean su propio dialecto, que se ríen de simples gesticulaciones, que no entienden de modas, ni de huelgas, que no saben de fronteras, pero a la vez me abate el pesar de poder verlos crecer y caer en estereotipos, en una sociedad que involuciona.
Para cuando ya estés –lector- en esta parte es casi seguro que ya esté en "La Ceremonia de la Glorificación del Gusano" y por ahí caminando en alguna urbe, tras abandonar este –aquel- rincón, a más de 3750 msnm que siempre me recuerda a lo más puro y elemental de mis pretensiones, vivir con paz y respeto, observando, viajando, muchas veces callando, pero sin requerimientos de opulencia ni mucho menos. Lastimosamente los cánones que nos meten en la cabeza en todos los niveles educativos, esas que dictan que mientras más engrosas tus partencias, más será tu satisfacción, han invadido parte de mí y he caído.
Aunque una dosis de Emya siempre traerá el posible intento de retorno a mi libertad, a volver a patear la pelota y disfrutar de torrenciales lluvias. Siempre habrá algo que decir del Viera en conjunto y nunca será suficiente, siempre habrá momentos en los que necesite volver a estar sentado en este humilde espacio, en este lugar donde conocí lo que verdaderamente importaba. Ser Feliz
Gracias Emya, llegara el día de regresar y permanecer.
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